Turismo

Kayakismo en Andresito: crónica de un paseo a la luz de la luna llena

Una empresa ofrece un recorrido nocturno en noches de luna llena. El atractivo brinda una experiencia única e inolvidable. Cuentan con certificación oficial y personal capacitado. 

Por Fabian Bautista

Si recorrer los ríos de Misiones, bañados de selva y vida, es una experiencia atractiva, hacerlo bajo la luz de la luna llena es, sin lugar a dudas, inolvidable. Quien ha visitado las Cataratas del Iguazú a la noche sabe que representa algo único e indescriptible.

Una empresa de Andresito ofrece un recorrido por los ríos de la zona, guiados solo por el reflejo lumínico del majestuoso astro. Para sumergirnos en la vivencia recreamos la propuesta cronológicamente.

Todavía era de día cuando salimos de Andresito; en 10 minutos llegamos al Camping HB de la familia Bley. A la entrada de la chacra nos detuvimos para contemplar el paisaje, al fondo se veía las plantaciones de soja de Brasil, al otro lado del río San Antonio. La cartelería era bien clara, no había como errar el camino.

Atardecía cuando bajamos del auto. Nos sorprendió la cantidad de gente que había a esa hora. Algunos rodeaban un fuego, removiendo una olla o atizando las brasas del asado. Otros ajustaban la carpa para asegurarse que estaba todo ok para pasar la noche. Por allá, en la cantina, se escuchaban risas alegres. Más acá, entre charlas vimos que subían cosas a los vehículos, posiblemente emprenderían el regreso después de disfrutar ahí el día. Lo que no importaba, nos pareció, era el tiempo. Nadie se mostraba apuro ni aparentaba querer irse.

Más abajo, a la orilla del agua, estaba Cacho con su hija Camila. En forma metódica desataban, descargaban y trasportaban cada elemento para la navegación. Una hilera de kayaks quedó perfectamente alineada sobre la barranca, con sus remos y salvavidas aguardando la partida.

Camping HB de la familia Bley. Javier y Cacho reciben a los visitantes.

El embarque

Pasada las 20, cuando el grupo estuvo completo se organizó una ronda. El primero que habló fue Javier, el dueño del lugar. Su título de guía de turismo universitario no parecía relevante en ese momento. Con lenguaje sencillo dio la bienvenida y explicó que no se trataba solo un recorrido por la naturaleza, sino por la cultura de Misiones. Nos contó el porqué de algunas leyendas y el significado de términos coloquiales regionales, de origen guaraní o brasilero.

Después se presentó el dueño de la empresa Tierra Verde, Milton “Cacho” Viana: “instructor matriculado y con sello de prestador activo, otorgado por el Ministerio de Turismo para quienes cumplen todos los requisitos y están inscriptos de forma oficial”. Para nosotros, que iniciábamos una travesía nocturna río arriba, su formación y conocimiento nos transmitió mucha tranquilidad. En sus instrucciones claras y movimientos exactos quedaba demostrada su aptitud.

Armadas las parejas nos subimos a los botes. El de más experiencia iba de timonel y el principiante al frente. Un par de remadas fue suficiente para encontrar el equilibrio y la coordinación para avanzar sin dificultades.

Discurriendo entre las aguas y la noche

Despacito nos fuimos alejando de las luces artificiales y los sonidos hasta quedar envueltos por la noche. Tal como dijera Cacho, los ojos se nos fueron habituando y también empezamos a distinguir con los otros sentidos.

Remamos contra la corriente. La luna parecía esperarnos, agazapada detrás del monte. El guía dijo que nos detuviéramos para contemplar, en silencio. De pronto la nada se convirtió en mucho, en todo. Un desborde de sensaciones nos arrancó suspiros, seguramente los demás así como yo, tampoco encontraban adjetivos para calificar el momento.

Después seguimos, esquivando las piedras y los troncos. En una curva, nos sorprendió la luna, la majestuosa luna. Parecía increíble que pudiera brillar tanto.

Al llegar a las correderas hizo falta apretar los remos y palear juntos, con más bríos. Adelante nos esperaba la recompensa.

Un mantel de piedras

Cuando todos habían sorteado la corriente Cacho y Javier señalaron una orilla a la que nos condujimos. Con su ayuda desembarcamos y bajamos algunos elementos de los kayaks. Entre elongaciones de hombros y piernas fuimos buscando donde acomodarnos. Recién entonces reconocimos la gran laja de piedras que ofrecía asientos y mesas, esculpidas naturalmente, por supuesto. El “mantel” estaba puesto.

De una bolsa se sacaron los panes y aderezos, de las conservadoras fiambre, queso, las conservas y el líquido fresco. “Acá es auto service”, dijo una voz. No hizo falta más, cada uno empezó a armarse su sándwich y a extender la mano para alcanzar las cosas a los otros. Es que, sin darnos cuenta, entre las charlas y la aventura se había ido gestando un compañerismo, una complicidad que nos ligaba como viejos conocidos.

Después de la cena se armó un debate respecto a una de las constelaciones que se veían. Algunos decían que era la osa mayor o la menor, mientras otros confesaban que el único astro nocturno que conocían era el lunar. De pronto, alguien sacó un celular para comprobar con “sky safari” que su hijo tenía razón cuando señaló un cierto punto más luminoso diciendo que era Marte.

El retorno y la partida

Alguien preguntó la hora y no pudimos creer cuando supimos que faltaba una para la medianoche. Emprendimos el regreso. Fue mucho más sencillo ir a favor del río, obviamente. Adivinábamos las curvas y anticipábamos los obstáculos, como si ese camino ya nos resultara conocido.

Cuando llegamos a la misma barranca los que habíamos cambiado éramos nosotros. Transportamos los remos y sin que nos convocaran nos reunimos de nuevo. Había una sensación de que debíamos seguir juntos. Algunos intentaron verbalizar la experiencia, en vano, lógicamente. Los demás asentíamos con la cabeza y tratábamos de retener cada detalle, en el baúl de los mejores recuerdos.

Antes de irnos Cacho nos dijo que en unos días haría un recorrido diurno, solo para “baqueanos”, porque recorrerían 40 kilómetros río abajo en una salida de 8 horas.

El reloj marcaba la medianoche.

Para Más información 3757 – 505051/ 3757 – 672809

 

Fuentes: Canal12Misiones.

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