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Yerba mate: contundente respaldo de Agricultura de Nación a la resolución 170 del INYM

La directora de Asuntos Contenciosos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, Patricia Comyn emitió un contundente dictamen que respalda la necesidad de limitar las plantaciones de yerba mate, que se determinó con la resolución 170 del Instituto Nacional de la Yerba Mate. La funcionaria respondió a un exhorto del juez de Paso de los Libres, Gustavo del Corazón de Jesús Fresneda, en el amparo “Asociación De Productores Molineros de Corrientes contra el Instituto Nacional de la Yerba Mate” y puso de relieve que de no limitarse las nuevas plantaciones, para 2030 habrá una crisis de sobreproducción que tiraría abajo los precios y pondría en riesgo la sustentabilidad de toda la cadena productiva, pero con mayor peso en los pequeños productores, que son mayoría en Misiones.

“La yerba mate es un cultivo perenne que requiere aproximadamente cuatro años para entrar en producción, lo cual hace que exista un desfasaje entre el momento en que una mejora del precio induce al productor a plantar yerba mate, o a mejorar su yerbal incrementando las labores culturales e incorporando tecnología, y el momento en que se verifica el aumento de la producción”, detalló Comyn.

Esta característica biológica impide un ajuste rápido de la oferta de producción a las señales del mercado como ocurre en cultivos anuales. Más aún, la experiencia dada por la historia demuestra que se necesitan diez años para recomponer el equilibrio en la actividad luego de una situación de crisis.

Comyn detalla que el INYM llegó, a fines de mayo del 2021, a la siguiente conclusión:

“Debido a las condiciones actuales se generó un preocupante escenario futuro de ruptura del equilibrio entre la oferta y la demanda, producido por el comienzo de un claro ciclo de sobreoferta de hoja verde, con el efecto negativo sobre las condiciones de sustentabilidad de la actividad, lo que genera un impacto social nefasto, sobre todo en los sectores más débiles de la industria yerbatera, como ya se ha visto en las anteriores crisis históricas de la industria (1935, 1965 y 1995)”.

Esa conclusión se basó en las siguientes definiciones técnicas alcanzadas a ese momento:

1) La serie histórica de salidas al mercado interno demuestra que la demanda por habitante no ha crecido en los últimos 15 años, se ha mantenido estable y más bien a la baja, como lo demuestra la importante caída registrada en 2020 de más de 8.000.000 de kilos. Esto redunda en un crecimiento de demanda global marginal en la cual, incluso, no crece siquiera en el mismo ritmo que lo hace la población.  Así, la responsabilidad de mantener el equilibrio entre oferta y demanda, exigido por la Ley, recae fundamentalmente en el control de la producción.

2) Los viveros de yerba mate son el eslabón con mayor capacidad de reacción al aumento en la demanda de yerba, sirviendo las DDJJ anuales de plantines como un indicador altamente confiable para predecir el incremento futuro de superficie yerbatera. En los últimos cinco años la producción anual de plantines en condiciones de llevarse a campo tuvo un incremento consistente que la llevó a triplicarse en dicho período lo que, en el acumulado del período y basado en los modelos científicos del sector, suponiendo que no se agrega a la producción ningún plantin más en los próximos años, predice un aumento progresivo de la superficie cosechable, para el año 2025, hasta llegar a, aproximadamente, 25.000 hectáreas, cantidad que se equipara a la superficie total explotada por los más de 5.000 pequeños productores, con superficie declarada de hasta diez hectáreas, registrados activos en el INYM a mayo del 2021, dato que resulta altamente preocupante, pero que además implica un aumento de la producción que impactará negativamente en el equilibrio entre oferta y demanda en el 2025 y que para el 2030 genera más de un 23% de sobreoferta de hoja verde en el mercado, lo que se ha demostrado históricamente que afecta seriamente la sustentabilidad de la actividad, sobre todo en el rango de los pequeños productores.

En los últimos cinco años, la superficie total explotada, registrada en el INYM (aún sin contemplar la superficie no declarada), tuvo un incremento de, aproximadamente, un 7,5%, lo que implicó más de 12.000 nuevas hectáreas volcadas a la producción, proyectando para el final del 2021, según los modelos estadísticos del sector, una cosecha récord y generando, a Mayo de dicho año, un nivel de stock combinado de yerba mate (canchada y molida) récord de 10 meses lo cual implica un aumento de 25% del promedio de stock histórico. Esto supone, teniendo en cuenta el ciclo de cosecha actual, que hacia adelante podría no adquirirse nueva producción durante varios meses sin afectar la salida al mercado de los productos envasados. La situación actual de evolución de superficie explotada, sin agregar ninguna hectárea más a la producción, permite también proyectar un quiebre del equilibrio entre oferta y demanda para el 2025 y un escenario de sobreoferta, para el 2030, cercano al 17%, con el consecuente efecto negativo sobre los precios y, por ello, sobre la situación social del eslabón productor (ya observado repetidamente en las crisis anteriores).

Se llegó a la conclusión de que la yerba mate es un producto de demanda inelástica, lo que significa que un aumento o disminución de precios no se traduce en igual porcentaje de aumento o disminución del consumo, demostrándose que, históricamente, una disminución del orden del 35% del precio implica solamente un aumento marginal, del orden del 3%, en la salida de yerba mate al mercado interno.

En los últimos cinco años, la superficie total explotada tuvo un incremento de, aproximadamente, un 7,5%, lo que implicó más de 12.000 nuevas hectáreas de yerba mate volcadas a la producción

Esto demuestra que la disminución de los ingresos por baja de precio en la cadena productora no podrá ser compensado por un aumento en la cantidad de venta, asegurando entonces la pérdida de sustentabilidad de la actividad y, con ello, la pérdida de calidad de vida, sobre todo de los pequeños productores, ya que no podrán vender su producción más allá de que los precios desciendan efectivamente.

La evidencia histórica sugiere que, en este contexto, de mantenerse la expansión de las hectáreas explotadas por las empresas integradas (empresas que cuentan con producción de plantaciones propias, secaderos, molinos y envasadoras), estas tenderán a dar preponderancia a su propia producción, disminuyendo drásticamente los ingresos de los pequeños productores y produciendo un nuevo fenómeno migratorio producto del abandono de las chacras de la zona productora.

La ampliación de las posibilidades de nuevas plantaciones, por encima de las medias históricas registradas, favorece más bien la concentración de la producción, aumentando el peso específico de la participación en la torta global de los productores más grandes y las empresas integradas (empresas que cuentan con producción de plantaciones propias, secaderos, molinos y envasadoras), mientras que, en el caso contrario, se favorece una distribución más equitativa del crecimiento y, por ello, del aumento de la capacidad de afrontar las situaciones difíciles, como las que se pronostican para los próximos años, para todo el sector productivo.

La funcionaria cita el Registro de Yerbales del INYM, que revela que el promedio anual histórico de cantidad de productores que sumaron registros de yerbales gira en torno al 10% del total de productores por año y el promedio de hectáreas agregadas por ese universo es apenas superior a las 10 has por productor.

Para fines de Mayo del 2021, el promedio de superficie explotada registrada de los pequeños productores era de 4,98 hectáreas, estableciendo al valor de 5 hectáreas como una media razonable de explotación en el rango de “pequeño productor”.

En virtud de la urgente necesidad de ordenamiento, se consideró que una medida de 5 hectáreas nuevas de plantaciones por productor era equilibrada y pertinente para el primer año, estableciendo un límite teórico de 50.000 hectáreas y uno práctico más probable de 5.000 hectáreas, consideración que, igualmente, debía ser acompañada de mecanismos más exhaustivos de registro y monitoreo.

En esa línea, se expone como ejemplo la situación de La Cachuera, que proyecta la plantación de 1000 hectáreas en los próximos años, con un rendimiento de 20.000 kilos por ha/año, y que dicha superficie se plantará en alta densidad para cosecharse en forma mecánica.

“La incorporación de 20 millones de kilos de hoja verde derivado de la implantación de estas hectáreas de alto rendimiento, en un contexto de sobreoferta, en el cual además la empresa no se encuentra en expansión en el mercado interno ni en el externo, al menos en forma contundente, sólo redundaría en una profundización, adelanto y aceleración al ciclo de sobreoferta y expulsión de mano de obra local dedicada a la cosecha”, señala Comyn.

Los secaderos de la empresa La Cachuera SA aumentarían su autoabastecimiento dejando de comprar el equivalente a 20.000.000 de kilos de hoja verde a pequeños y medianos productores locales. Para 2020 este volumen equivalió al 37% de toda la materia prima elaborada por sus secaderos.

Considerando que el promedio de producción nacional es de 4.877 kilos de yerba mate por hectárea/año, el ingreso de 1000 hectáreas de La Cachuera SA dejaría sin mercado al menos a 400 familias de productores con 10 hectáreas u 800 productores de 5 hectáreas, lo que implica, aproximadamente, el 20% de los considerados pequeños productores.

3) La incorporación de 1000 hectáreas a cosecha mecánica, dejará a un equivalente de 500 tareferos sin trabajo anualmente.

4) La sobreoferta de materia prima redundará además en la caída de los precios de mercado en un porcentaje aún mayor al porcentaje de yerba mate sobrante.

“Como conclusión, podemos decir que con las nuevas hectáreas de yerba mate implantadas en los últimos años la producción total de yerba mate se incrementará en un 39% para el 2030 si no se efectúan nuevas plantaciones luego del 2021. Si se siguiera plantando la misma cantidad que durante el año 2021 el porcentaje de incremento se traduce en un 70%. En el mismo plazo, se estima que la demanda crecerá solamente en un 9% para el 2030 lo que verifica claramente el escenario de sobreproducción proyectado, que se visualizará a fines de la década actual”, vaticina la funcionaria en el documento que fue enviado a la Justicia correntina y que tiene a Misiones como contraparte en el conflicto, ya que entiende que la resolución 170 sirve para cuidar el modelo productivo misionero.

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