El mensaje de Cristina Kirchner al peronismo: «Si nos organizamos, las cosas van a cambiar»

Frente a un peronismo desorganizado que no logra hacer pie en el enfrentamiento a Javier Milei, Cristina Fernández de Kirchner avanza en ocupar la centralidad opositora. Por segunda vez en una semana, la ex presidenta encabezó en el Instituto Patria una actividad con el objetivo de cuestionar las políticas de ajuste del gobierno de Milei. Primero había sido en homenaje a las mujeres de la historia, con un público casi exclusivamente femenino, y luego, el sábado, en ocasión del 50 aniversario del asesinato del Padre Carlos Mugica junto a los Curas en Opción por los Pobres. «Si transformamos esta angustia en docencia y la organizamos las cosas van a cambiar», afirmó CFK en un acto en donde entronizó una imagen de la Virgen de Luján y, comparando la crisis actual con la dictadura, buscó enviar un mensaje de esperanza. «Lo peor que podemos hacer es agachar la cabeza ante lo que está pasando. Ahí sí estaremos vencidos», sentenció.

La idea había sido del padre Juan Carlos Molina, que conoce a la ex presidenta hace años (y fue, incluso, titular de la Sedronar durante su presidencia). «Molina, que es muy insistente, me escribe el jueves y me dice que (la virgen) tenía que estar acá, donde están todas estas mujeres del Bicentenario», explicó CFK cuando recibió a sacerdotes y militantes laicos de las villas en el flamante Salón de las Mujeres: esa sala del Instituto Patria que CFK había reproducido como un calco del Salón de las Mujeres de Casa Rosada – previo al desarme de Karina Milei, que la convirtió en el Salón de los Próceres – y que había inaugurado el martes pasado. Rodeada de fotos de Juana Azurduy, Mercedes Sosa, Eva Perón o Alicia Moreau de Justo allí estaba, en el centro, una escultura de la Virgen de Luján.

El clima era íntimo, como el martes. La única diferencia era que, donde antes había habido decenas de dirigentas, funcionarias y legisladoras nacionales (la mayoría feministas), ahora estaban los Curas en la Opción por los Pobres. Era el tercer acto en menos de dos semanas que CFK encabezaba: el primero había sido en Quilmes, en donde la centralidad había quedado en la interna a cielo abierto entre La Cámpora (su hijo biológico) y Axel Kicillof (su hijo político), y luego el homenaje a las mujeres del Bicentenario, un gesto para bajar los decibeles del internismo y focalizar las energías en disputar el discurso de Milei. La actividad organizada por el 50 aniversario del asesinato del Padre Mugica a manos de la Triple A se inscribía más en esa última línea: reafirmar la imagen de Cristina opositora.

La ex presidenta viene manteniendo diversas reuniones con dirigentes, gobernadores y legisladores, siguiendo muy de cerca el debate por la Ley Bases. Se ha reunido con la senadora catamarqueña Lucía Corpacci, de quien es cercana, cuando el gobernador Raúl Jalil llamó a votar a favor de la ley. Y ha mantenido conversaciones con el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, a quien el gobierno nacional ha intentado seducir para acompañar sus leyes (hasta ahora de manera infructuosa). En el último par de semanas, sin embargo, CFK definió subir el perfil y comenzar a encabezar ella la batalla discursiva contra el plan de gobierno de Milei. «Es tiempo de poner atención sobre lo que dice Milei, no en las internas. Ella, cada vez que hable, va a ser sobre Milei. Y nadie duda que en el espacio político la centralidad la tiene ella en un 100 por ciento», explican en su entorno.

Con el peronismo sumido en una crisis de liderazgos, CFK se posiciona así en el centro de la escena, sabedora de que sus críticas a Milei se reproducirán en todos lados. No por nada viene machacando, desde Quilmes, con que el superávit fiscal es «trucho», que el ajuste no lo está pagando la casta sino las clases medias y bajas o que el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) constituía un «estatuto legal del coloniaje versión siglo XXI». Sin embargo, eso no es todo: CFK, al ubicarse en el rol de primera opositora, busca recuperar la centralidad necesaria para comenzar a ordenar internamente el partido. Y es que la legitimidad de la ex presidenta quedó desgastada tras el fracaso de la candidatura de unidad de Sergio Massa y no son pocos los dirigentes que buscan «jubilarla en vida». «El dedo de Cristina no alcanza ya», murmuran en algunos sectores del kirchnerismo.

La semana que viene se reunirá el Consejo Nacional del Partido Justicialista y ahí se pondrá en juego la disputa interna por la conducción. El objetivo de la reunión es definir la fecha de las elecciones – el cargo está vacante desde que Alberto Fernández pidió licencia – y se especula que será el 17 de noviembre, el Día del Militante. La presidencia debería ocuparla Cristina Álvarez Rodríguez, en tanto vice presidenta primera del PJ. Pero lo más importante es que se buscará conformar una mesa de acción política que se encargará de trabajar para construir una alternativa al gobierno de Milei: allí se concentrará la toma de decisiones y, de momento, hay una disputa sobre quién la encabezará. Un sector propone a Kicillof, pero algunos en La Cámpora se resisten. El miércoles pasado, mientras tanto, CFK recibió al gobernador bonaerense en el Instituto Patria para allanar las rispideces internas.

«Las cosas van a cambiar»

En el Instituto Patria, CFK intentó enviar un mensaje de esperanza en medio de la incertidumbre generalizada. Reivindicando la figura del Padre Mugica – «era un pastor que olía a oveja», describió -, comparó la crisis actual con la dictadura, buscando responderle a quienes se preguntaban que «cómo puede ser que en este estado de situación se apoyen estas cosas»: «Los que hemos atravesado la militancia política podemos brindar esa mirada. Es una mirada de esperanza, por ahí hubo momentos más difíciles todavía. Había miedo, desaparición, muerte y miseria planificada. Estos momentos de crueldad e individualismo no son inéditos», afirmó y aseguró que, cuando vio a Estela de Carlotto y otras Abuelas de Plaza de Mayo el martes, en la inauguración del Salón de las Mujeres, no pudo evitar pensar: «¿Cómo vamos a flaquear delante de ellas?».

La ex presidenta recomendó hacer «docencia» y aseguró que, si se «organizaba» la angustia, «las cosas van a cambiar». Era un mensaje dirigido hacia el propio movimiento.  «Quería hoy recordar al Padre Mugica porque él es el ejemplo. Él sabía que estaba amenazado de muerte. Aquellos que hemos vivido la experiencia de cerca que te quieran matar sabemos que todo puede superarse. Lo importante es la fuerza y la convicción. Lo peor que podemos hacer es agachar la cabeza ante lo que está pasando. Ahí sí estaremos vencidos», sentenció.

Ya sobre el final, CFK se refirió al himno: «La libertad es una maravillosa palabra. Pero ‘ved en trono a la noble igualdad’ dice nuestro himno. No olvidemos entonces junto a la libertad como un valor preciado que nuestro himno se inclina ante la noble igualdad», concluyó.

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