El financiamiento, clave para el desarrollo sustentable de la chacra del futuro

“El impacto del cuidado de  las vertientes ya se puede apreciar: se vuelve a la chacra que muchos abandonaron por falta de agua”. El detalle puede parecer menor, pero es la punta de lanza de un proceso de transformación que apunta a potenciar la productividad, mejorar la sustentabilidad ambiental y ganar escala en mercados externos.

Forma parte de la planificación que lleva adelante el ministerio del Agro y que se prepara para dar un salto con la puesta en marcha del programa de Gestión Integral de los Riesgos en el Sistema Agroindustrial Rural (GIRSAR), cuyas inversiones superarán los 11 millones de dólares en Misiones y que serán financiados por el Banco Mundial después de una evaluación integral que se hará en junio.

“Con el Girsar buscamos tener mayor capacidad operativa en territorio, con infraestructura y equipamiento. El financiamiento se utilizará para realizar una adecuación ambiental. Si se cuida el agua y se limita la erosión de la tierra, mejoran los rendimientos Es importante para mejorar rendimientos”, explica Martín Ibarguren, a cargo de Planificación, Extensión y Financiación Rural del ministerio del Agro de Misiones.

El plan tiene varios componentes que se gestionarán a través de consorcios en cada una de las microrregiones: la sistematización de caminos, para que haya mejores condiciones de movimiento de la producción, la prevención de incendios, que involucrará a productores, con planes de contingencias y capacitación. “Hay que entender que el monte ya no es un cortafuegos para el rozado y que los residuos no se pueden quemar en la chacra, sino que hay que transformarlos en energía con chips”, detalla el funcionario.

“La sistematización del suelo es impostergable, porque no existe chacra que no tenga pendiente. Ya hay equipos formados, nos falta volumen y capacidad operativa para atender a todas las chacras, porque el 90 por ciento necesita sistematización de suelo”, indica.

El cuidado del agua es fundamental. En vertientes y fajas de arroyos. El estado de situación parece obvio: por el cambio climático, antes no se secaban, hoy sí.

“Con todo vamos a tener mayor biodiversidad en los lotes productivos, micrositios de sustentabilidad, más biodiversidad en el suelo y corredores verdes en los arroyos”, proyecta.

El Girsar es un programa de largo aliento. La primera evaluación podrá hacerse en poco más de una década. Pero en dos años todos los componentes deben estar en acción. Se comenzará con 20 proyectos que después serán replicados. El objetivo central es generar capacidad instalada en cada municipio, con la participación de los productores y referentes locales.

“Con menos erosión aumenta la productividad, tenés más resiliencia y la chacra se prepara mejor para las temporadas de sequía y de mucha lluvia. Ya hay lotes con arborización en estudio, sobre todo en la yerba mate, que se están estudiando para determinar el impacto de la sequía. Pero es necesario un salto de escala”, argumenta Ibarguren.

“Esto es Girsar, pensar a largo plazo las necesidades de la provincia, que no es que no se haya pensado antes. No estamos inventando un sistema nuevo, sino sobre lo que ya viene haciendo la Provincia, estamos en condiciones de hacer el salto. Tenemos el equipo preparado, tenemos a los productores muy receptivos a estas necesidades. Por eso es necesario tener bien planificadas las acciones. Necesitamos ser todo el tiempo, creativos y tener diagnósticos propios para que las políticas sean adecuadas y tengan los mejores resultados. Por eso dividimos la provincia en seis micro regiones, la nordeste, de San Pedro a Andresito; San Antonio, Bernardo de Irigoyen y Pozo Azul. Después tenés al alto Uruguay, con Guaraní, más 25 de Mayo; zona centro y zona oeste. Cuando empezamos a mirar los indicadores establecidos por micro regiones, tratamos de adecuar la información estadística. Empezamos a ver distintos niveles de desarrollo y distintos tipos de cadenas productivas. Tenemos zonas con mucho desarrollo industrial, por ejemplo, la zona oeste y Alto Paraná, la zona centro y la zona sur y menores indicadores de desarrollo en la zona nordeste y Alto Uruguay. Eso qué hace, que tengamos como uno de los ejes, un equilibrio territorial”, enumera Ibarguren en una entrevista con Economis.

¿Qué se hace con esos datos?

En las zonas con menos niveles de desarrollo productivo, tenemos una mayor injerencia de las cooperativas con la industrialización, muy poca inversión privada, pero una mayor organización de productores en cooperativas para industrializar. En esta zona lo que tuvimos más que nada fue una financiación con Aportes No Renovables, es vinculada a proyectos de financiamiento como el PISEAR, que tuvo mucho impacto en la zona. Esta definición de las micro regiones nos permite ordenar este equilibrio territorial que lo medimos en NBI, en cantidad de industrias instaladas, en infraestructura, en grado de desarrollo institucional. No es lo mismo trabajar en zona sur donde tenés 10 intendentes, que trabajar en zona nordeste que por ahí son tres, y los territorios son más amplios. Y los productores no tienen tantos niveles de organización, las cooperativas son más nuevas, tienen otros niveles de conflictividad, de discusiones.

¿La zona más compleja a resolver es la Nordeste?

Y tenés alto Uruguay y zona nordeste, son zonas donde además la pirámide demográfica es muy ancha en la zona inferior, ¿qué quiere decir? Que acá tenemos poblaciones muy jóvenes. Tenés futuros productivos enormes, siempre y cuando podamos aportar infraestructura, planificación, porque estas son las chacras jóvenes de la provincia. Así que esto de las micro regiones nos permite ordenar las políticas en cuanto a las necesidades.

La búsqueda es que esos jóvenes se queden en la zona productiva…

Sí, el objetivo es ese. En diez años vamos a tener familias nuevas, un crecimiento enorme de la población económicamente activa, vinculado a las zonas rurales. Ahí, sí o sí necesitamos mejorar los niveles de industrialización, aumentar los niveles de infraestructura y generar algo que no se venía dando hasta ahora que es la posibilidad de capitalizar las chacras. Necesitamos llevar capital a las chacras, porque el desarrollo de esta zona estuvo ligado al acceso a la tierra. El acceso a la tierra, comienza a tener un límite, entonces ahora ese poblamiento que está cristalizado, va a necesitar un capital para que las chacras estén mecanizadas, para que los jóvenes tengan más oportunidades. Se capitaliza con maquinarias, tractores, posibilidades de inversión fijas, por ejemplo, invernáculos, galpones, todo lo que sea una posibilidad en la chacra. Hay un desarrollo en la ganadería interesante, pero necesita estar organizado, por eso tiene que ir vinculado a inversiones en pasturas, en manejos, en genética. Por eso la visión de ver las micro regiones, ver sus necesidades, que cada una tiene su potencialidad, pero también sus limitaciones en desarrollo.

No es sólo poner dinero, sino poner bien…

Sí, el tema es tener una buena planificación, con todos los indicadores para hacer las inversiones. ¿Qué cantidad de personas va a ser económicamente activa dentro de 10 años, está asistiendo a la escuela, qué posibilidades de formación a nivel terciario tienen, cuál es el nivel de infraestructura en esa chacra que una vez industrializada va a permitir el transporte de bienes, personas y servicios? Las inversiones tienen que estar adecuadas a eso, en la multiplicidad y complejidad de los indicadores. Si capitalizamos las chacras pero eso no va acompañado de generar capital humano, de tener ingenieros agrónomos, de tener agro veterinarios, técnicos agropecuarios, vamos a tener un capital con capacidad ociosa. Que puede significar después una frustración para los productores, porque desde el Estado no tenemos la capacidad de acompañar con la formación necesaria. La Provincia ha tenido un crecimiento muy grande de escuelas, está teniendo una política muy activa en infraestructura, en caminos y electrificación, sobre todo. También hay que ir pensando en tener terciarios, para tener profesionales en la zona que permitan acompañar el desarrollo. Ese es uno de los puntos necesarios. Hay terciarios en San Antonio, la universidad del Alto Uruguay, con mucho impulso de la Provincia, pero hay que medir las acciones para ver de qué manera van a poder absorber esta población económicamente activa en diez años. Cuando vemos los mapas georeferenciados, por ejemplo, de pobreza múltiple, hogares que usan leña para calefaccionar, hogares que no tienen acceso a internet, cuando ves el mapa a nivel nacional iluminado, a nosotros nos salta que en la zona siempre está con una brecha con respecto a las demás. Todos los servicios básicos son necesarios.

Créditos para aumentar la productividad

La financiación también es clave. Las industrias formalizadas tienen acceso al crédito, mientras que las zonas más relegadas e informales, tienen costos más altos o directamente no acceden. Por eso es clave el rol del Estado para respaldar iniciativas que permitan el aumento de capacidades de producción, o de capacidad instalada, eficiencia energética y adecuación ambiental, además de incorporación de nuevos productos o alargamiento de la cadena, calidad y certificación. “Hay que cerrar brechas”, define Ibarguren. Y pone como ejemplo el acceso al gas natural, uno de los elementos clave para la productividad de industrias de otras regiones del país. “Misiones va a pasar de la tecnología del vapor del siglo XIX a las nuevas tecnologías de biomasas o renovables, y no hemos tenido acceso a las tecnologías del siglo XX, sobre todo del gas para las industrias. Hemos quedado al margen de la potencialidad de los hidrocarburos y el gas como fuente de energía, claves en el desarrollo en otras regiones. A pesar de todo eso, Misiones es la provincia con más desarrollo y más heterogéneo de la región. Eso es un aspecto para valorizar a Misiones en materia productiva”.

En el financiamiento, la Provincia tuvo un rol clave. Junto a la Nación subsidió la tasa para que haya créditos baratos y en los últimos 18 meses, las industrias accedieron a más de mil millones en préstamos blandos, a una tasa nominal anual del 22 por ciento, con un periodo de 38 a 48 meses de devolución, con 6 meses gracia.

Las principales industrias tomaron créditos por 1.293 millones de pesos. Pero el 75 por ciento de los créditos se concentraron en la región Centro, Sur y Alto Paraná. “Eso nos permite proyectar un crecimiento porque nadie toma un crédito si no va a vender más”, dice Ibarguren. “Pero hay que estar particularmente ocupados en cerrar las brechas y en que haya convergencias”.

Las brechas a las que se refiere tienen que ver con los sectores menos formales. Ahí el Estado intervino con otro tipo de aportes, que llegaron a los dos millones de dólares a través del Pisear, apuntado más a las microrregiones con menos desarrollo.

“En 18 meses tuvimos una capacidad de fondeo para 50 empresas, que tomaron financiamiento para aumento de la capacidad y mejora de la productividad. Acá hay una muy buena proyección por parte del empresariado, por parte de la provincia, que se expresa en la toma de crédito. Está bien que son créditos favorables, que volvieron después de 6 años de no tener acceso al crédito, con las tasas al 60 por ciento del del Gobierno anterior. Ahora el empresario invierte, pero no va a invertir si no tiene buenas proyecciones de mercado”.

 

Fuentes: Economis.

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