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A río revuelto, ganancia de pescadores

(Por Leonardo Amarilla, Licenciado en Ciencia Política). Los argentinos vivimos horas de extrema confusión acompañado de vientos fríos que reflejan un devenir de incertidumbre latente en plena primavera. La segunda vuelta electoral transita por un sendero de cansancio masivo y con una sociedad agrietada políticamente pero que mantiene viva la llama del debate público.

Que el debate público haya logrado posicionarse en la mesa de todos los hogares del país es un dato positivo que colabora en la construcción de sentido y en la fortaleza democrática. Reconocerse bajo una idea o un pensamiento es parte del juego del sistema representativo que tenemos vigente. Por otro lado, el balotaje es una instancia electoral que nos interpela en el descarte, que nos profundiza en una grieta y que al mismo tiempo le da legitimidad a un sistema presidencialista como el nuestro. Sin embargo, la fórmula ganadora tendrá que sortear su legitimidad dentro de la teoría de los tres tercios, donde él % del techo alcanzado será la que defina al ganador.

Coincidir con personas o formadores de opinión que hace tan solo unos meses estaban en la antítesis de nuestras convicciones es parte de una madurez democrática que también nos une bajo una misma bandera. Estamos viviendo momentos sociales y políticos intensos que podrían destrabar los nudos que nos atan al pasado, aunque eso no signifique retroceder. Las sociedades deben mirar hacia adelante aprendiendo de las experiencias vividas, ahí aparecen las conquistas que no son meras arquitecturas jurídicas vacías sino espacios y libertades ganadas.

El exceso de información liviana sumado a las fake news nos mete en el barro de la confusión y nos desborda en una ola a la cual no queremos subir, pero es inevitable no perseguir. El tiempo que le dedicamos a la información muchas veces termina en un recorte (reel) de nuestros mundos perfectos creados bajo el espejo de nuestros comentarios.

En una segunda vuelta como la que estamos viviendo tenemos que enfrentarnos a dos caminos posibles dentro de la final electoral. Si damos vuelta una página de la historia o seguimos eligiendo paquetes vacíos. ¿Es una oportunidad de volver hacia el bipartidismo democrático? Primero es necesario que el radicalismo logre despegarse de la nefasta circunstancia electoral y rediscuta los problemas centrales. Por su parte, el peronismo tuvo los errores no forzados, aunque no perdió su protagonismo en la toma de decisiones.

Hay que discutir ideas, enfrentar ideas reales y no destrucciones permanentes que terminan en los números de rating de tv que nadie ve. Hay que tomar con seriedad los temas que nos convocan socialmente.

Hay un espacio que plantea como acto de subsistencia la muerte del kirchnerismo casi como único objetivo de construcción de poder, para terminar de dar vuelta esa página de esta etapa de la historia Argentina. Massa plantea como objetivo algo superador que es la idea de unidad nacional, un armado mucho más grande que solo lo pueden gestar partidos como el radicalismo y el peronismo.

¿Es momento de romper todo?

Tal vez sea momento de crecer, tal vez sea momento de pararnos en los hombros de las conquistas que supimos conseguir y mirar hacia adelante pero más lejos. Mirar más lejos nos ayuda a perseguir nuestros sueños colectivos, si somos capaces de pensarnos en un otro y salirnos de un individualismo que nos enceguece en verdades absolutas (tantos como puntos de vista).

Tampoco podemos caer en una idea del arte “naif” de lo social, existen muchísimas personas que hoy están afuera del sistema y que les parece correcto romper el statu quo para gestar algo nuevo. Ahora bien, hay consensos que no deberíamos volver a discutir en cada contienda electoral, hay políticas de estado que nos ayudan a mirar más lejos y también hay políticas que nos vuelven al primer casillero del tablero. No olvidemos que un pueblo con memoria es democracia para siempre.

Un faro de Don Arturo Jauretche nos ilumina para no estrellarnos: “La multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras que perder privilegios provoca rencor”.

16 millones de impresiones

El entretenimiento se encuentra en el centro de la escena, ya poco importa de dónde proviene ni los debates que genere. Si hay una persona que pueda resumir mejor el entretenimiento político es Javier Milei, en estos meses nos ha dejado un sinfín de material para ver el show mediático del circo de la política.

Quizás la persona más controversial del último tiempo de la política argentina se posiciona como el nuevo juguete de la derecha latinoamericana que encontró en él un concepto perfecto para imponer los intereses del mercado al mejor postor. Quien está detrás de esos intereses de la mano invisible que todo lo resuelve, quien es artífice de pelear contra “la casta” y terminar siendo parte de ella. ¿Tendrá la receta a todos los problemas del país? Y si nos sumerge en otros problemas que no sabíamos que podíamos tener. Son hipótesis de un final incierto.

Si bien es cierto que las redes sociales han marcado un lenguaje diferente para la comunicación política el líder libertario confunde la mediatización con liderazgo e intención de votos con 16 millones de impresiones.

Ahora bien, si le sacamos la careta a la persuasión podemos ver el detrás de escena un poco más claro. En el reino de la confusión es difícil observar con claridad porque el sonido de los auriculares no nos permite construir sentido colectivo.

Hay una frase popular que dice que cuando el río está revuelto es una oportunidad para los pescadores. Es una frase que resume el momento político argentino, lleno de confusiones e incertidumbres que nos insertan en una segunda vuelta entre dos modelos de país. Lo importante es definir quiénes son los pescadores y quienes los peces.

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