El centenario del pintor que inmortalizó los paisajes misioneros con su esencia
Se trata de Zygmunt Kowalski, un europeo que eligió a Misiones como hogar y a sus escenarios como fuente de inspiración. A través de una emotiva expo de 100 obras, algunas nunca antes vistas, su familia lo mantiene en el recuerdo popular. Un homenaje a su legado y a su vínculo con la tierra roja que tanto amó.
A través de una exposición de 100 obras, la familia Kowalski-Erck recuerda al pintor Zygmunt Kowalski en el centenario de su nacimiento. El polaco, misionero por elección, nació el 20 de octubre del 1923 en Toruń. Emigró a la tierra colorada en 1949 y falleció en Oberá en el año 2011.
Hace poco más de un año, su hijo Víctor comenzó un arduo proyecto con el objetivo de homenajearlo como padre y artista. Piezas nunca antes vistas -actual propiedad de la familia- fueron seleccionadas rigurosamente, curadas y ordenadas de acuerdo a tres facetas que marcan su trayectoria.
La primera de ellas es El Kowalski Clásico. Está enfocada en paisajes y se expone en el Centro Cultural Vicente Cidade desde el 20 de octubre. La segunda es El Kowalski Alternativo, inspirada en naturaleza muerta y expuesta en el Museo Juan Yaparí a partir del 31 de octubre. La tercera y última es El Otro Kowalski, donde toman protagonismo otras técnicas, que estará disponible en el Parque del Conocimiento desde el 17 de noviembre.
Zygmunt Kowalski, sus hijos Víctor y Alejandro, y su esposa Helena Danguir.
El factor común entre sus obras son los paisajes misioneros, que tanto le gustaban. Kowalski se consolidó a través de los años luego de haberse formado en la Escuela de Bellas Artes de Mannheim, Alemania. Tuvo el placer de exponer sus piezas en numerosas galerías y museos de Argentina y el mundo.
Dejó una profunda huella en la cultura local y en quienes tuvieron la alegría de conocerlo. Así lo describía la familia a través de las redes sociales, para compartir su historia de vida en la antesala de su centenario. El Maestro de la pintura, como lo llaman, sigue más vigente que nunca.
Talento que agita al corazón
En la presentación de la triple exposición, el ministro de Cultura Joselo Schuap y la subsecretaria Celina Jedlicka entregaron a la familia la declaración de Interés Provincial de la muestra, expedida por la Cámara de Representantes. El marco musical, por otro lado, estuvo a cargo de Milán y Darío Cardoso, quienes interpretaron las polcas paraguayas de las que disfrutaba el pintor.
“Cada una de estas etapas tiene un perfil de Zygmunt. Víctor, además de ser su hijo, fue el curador de estas obras y quien tomó las decisiones ante tamaña cantidad. En estos tiempos, en los que necesitamos del agite del arte en el corazón, les damos las gracias en el nombre de todo el equipo del Centro Cultural Vicente Cidade”, sostuvo Schuap.
El funcionario aprovechó la oportunidad para contar una anécdota sobre cómo conoció al pintor. Apenas había llegado desde Alem cuando en una ocasión visitó la casa de Alejandro, hijo menor de Kowalski, en búsqueda de unos instrumentos. Eran amigos, sin embargo en ese momento Ole no se encontraba en el domicilio.
“Cuando llegué a la casa, Zygmunt estaba bobinando un motor. Como yo había estudiado sobre el tema, le pregunté qué tipo de cobre utilizaba. Nos entendimos rápido y después se ofreció a llevarme hasta la ex estación de trenes, porque yo no tenía plata para el taxi. En el viaje no me dijo ni una sola palabra, pero me hizo de fletero con su coche”, relató.
La mejor manera de mantener presente a Zygmunt Kowalski
Víctor es el hijo mayor de Zygmunt, fruto de su relación con Helena Danguir. Tuvieron dos hijos, no obstante el destino arrebató la vida del menor, Alejandro, tras un accidente en 2022. Ambos le dedicaban tiempo a la difusión del legado artístico de su padre, pero era Ole quien se ocupada de ello en mayor medida.
Tras la partida de su hermano, el primogénito emprendió un viaje de redescubrimiento hacia el pasado y de conexión con su historia. Cuando el centenario de Zygmunt asomaba, debió tomar la batuta de la conmemoración, tarea que logró gestionar con el apoyo de su esposa Mercedes y de sus hijos Victoria y Gabriel.
“En su centenario, lo mejor que puedo hacer es mostrar sus obras, muchas de ellas inéditas. Zygmunt era sencillo, generoso y nunca se subió a un pedestal. Su única pasión era pintar. Misiones fue su vida, Argentina su segunda patria”, sostuvo Víctor ante una sala colmada de amigos y familiares.
“Kowalski Esencial tiene por objetivo mostrar a papá como era. Dividí la muestra en tres partes: Clásico, Alternativo y El Otro. Él tenía una capacidad de percepción que le permitía pararse frente a determinado evento y decidir que eso merecía ser pintado. Otra persona podía pasar 300 veces con una cámara, pero les aseguro que no hay registro fotográfico”, indicó.
Una familia conectada a través del arte
A pesar de haber elegido la carrera de ingeniería, Víctor compartió con su padre el amor por la pintura. Las primeras enseñanzas sobre arte y composición vinieron a través de él, y disfrutaban juntos de numerosos viajes donde aprovechaban la oportunidad para reproducir paisajes naturales.
“Cuando se iba a pintar, tenías dos opciones. Lo acompañabas o no. La mejor opción era ir con él y además pintar. Un día tuve la disyuntiva de estudiar artes o ingeniería y él me recomendó lo segundo, porque sabía que era difícil vivir del arte. En ese momento abandoné la pintura, aunque él me dijo que algún día iba a volver”, recordó.
Victoria Kowalski, nieta del reconocido pintor, le dedicó unas emotivas palabras a su abuelo. “Cumplió el rol de ser mi abuelo, con el que dibujé, aprendí algo sobre pintura y al que podía pedirle ayuda para la tarea de inglés. El tiempo que compartimos no fue suficiente para todas las preguntas que me quedaron por hacerle. Además de valorar su arte, debemos apreciar todas las enseñanzas que nos dejó: la superación; comenzar una vida de nuevo; y que todo aquello que uno aprende siempre debe compartirse”, sostuvo.
Zygmunt Kowalski, testigo de lo que ya no está
La muestra Kowaksi Clásico, la primera de esta serie de exposiciones, se encuentra montada en la sala que lleva el nombre del pintor, en la esquina de General Paz y Belgrano. Además de los óleos con los paisajes que hicieron conocido a Zygmunt, cuenta con paneles que desarrollan su vida y textos que sitúan cada cuadro en un contexto histórico y afectivo.
Bernardo Neumann, otro destacado artista misionero, compartió su apreciación sobre la muestra inédita. “Zygmunt plantó el caballete en lugares que para otro sería intrascendente. Fue un pintor testimonial, alguien que nos dejó en arte aquello que ya no está más entre nosotros. Cuando miramos un cuadro de Kowalski, nos ubicamos en el lugar, percibimos la humedad y el susurrar del arroyo. Los colores fueron manejados con maestría frente a la naturaleza”, aseguró.