El impacto de la pandemia generó un incremento de casos de adolescentes con trastornos alimenticios.
La pandemia por coronavirus impactó de diversas formas en cada sector de la población. Un grupo que se vio fuertemente afectado por las consecuencias del encierro y las restricciones a la vida social fueron los adolescentes. Se detectó un aumento en las consultas de los jóvenes con desórdenes alimenticios, cuadros de ansiedad, depresión y estrés.
Un informe realizado por los Centros para el control y la prevención de enfermedades (CDC) de Estados Unidos proporcionó nuevos detalles sobre los tipos de problemas de salud mental que afectan a una generación de adolescentes. El estudio reveló que la proporción de visitas por trastornos alimentarios se duplicó entre las adolescentes, provocada por factores de riesgo relacionados con la pandemia como la falta de estructura en la rutina diaria, la angustia emocional y los cambios en la disponibilidad de alimentos, exacerbados por la reducción del acceso a la atención de la salud mental durante la pandemia.
Los expertos plantearon la hipótesis de que la pandemia provocó que algunos jóvenes se sintieran aislados, solos y fuera de control. “Algunos se las arreglaron buscando tener control sobre su propio comportamiento”, expresó Emily Pluhar, pediatra y psicóloga del Boston Children’s Hospital e instructora de la Escuela de Medicina de Harvard, quien también manifestó que los trastornos alimentarios están fuera de control.
También aclara que el aumento de los trastornos de tics entre los adolescentes fue “atípico”, ya que estos a menudo son más comunes durante la infancia y en varones. Sin embargo, algunas adolescentes desarrollaron tics después de ver el fenómeno ampliamente difundido en las redes sociales, principalmente en la red social TikTok.
“El estrés de la pandemia o la exposición a tics graves destacados en las plataformas de redes sociales podrían estar asociados con los aumentos en las consultas médicas por tics y comportamientos similares entre las adolescentes”, detalla el estudio del Centro para el control y la prevención de enfermedades (CDC).
Los aumentos en las visitas semanales al servicio de urgencias por trastornos alimentarios y de tics para las mujeres, y en particular entre las adolescentes de 12 a 17 años durante 2020, 2021 y enero de 2022, podrían representar un aumento general de la angustia entre las mismas durante la pandemia. Tanto los trastornos alimentarios como los de tics pueden coexistir con la ansiedad, la depresión y el TOC.
En cambio, el número de visitas durante 2020, 2021 y enero de 2022, disminuyó en el caso de los varones adolescentes entre 12 y 17 años. Estas diferencias de sexo podrían representar diferencias en la necesidad, el reconocimiento y el comportamiento de búsqueda de atención médica. Los cambios sistémicos, como aumentar el acceso a las herramientas disponibles y los servicios de salud mental, pueden mejorar el bienestar emocional durante y después de las crisis entre los niños y adolescentes.
La naturaleza altamente compleja de las experiencias individuales dificulta identificar una sola razón para los cambios ocurridos durante la pandemia. Si bien el tiempo prolongado dentro de la casa podría haber aumentado el apoyo familiar y la identificación de las necesidades de atención de salud mental para algunos jóvenes, también podría haber amplificado las adversidades y los factores estresantes, entre otros.
Para que se produzca un trastorno en la alimentación deben confluir varios factores. La exposición a experiencias infantiles adversas, como la pérdida de los padres y/o cuidadores, el aumento en los problemas de salud mental de los padres, el consumo de sustancias y las dificultades económicas -que podrían haber sido exacerbadas por la pandemia- son algunos de los factores de riesgo conocidos para el desarrollo de estas entidades, y se las asocia con resultados negativos en la salud mental entre niños y adolescentes.
La anorexia se caracteriza por el déficit nutricional producido por una restricción en la ingesta de alimentos, con miedo a la ganancia de peso y una alteración manifiesta de la imagen corporal. Mientras que la bulimia se presenta con atracones reiterados asociados a mecanismos compensatorios como purgas o ayunos prolongados, mantenidos en el tiempo, siempre con una alteración en la autopercepción de la imagen corporal.
Los trastornos alimenticios a menudo son desencadenados o exacerbados por el estrés. “Principalmente hay más casos de sobrepeso -señalo a Infobae Débora Setton, del comité de nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría- hemos observado más cuadros de trastornos alimenticios en adolescentes y niños durante la pandemia” El problema se debe a que en 2020 aumentó el sedentarismo y comenzaron a consumir más “picoteo” entre comidas.
Hasta junio de 2021, aproximadamente 140.000 niños y adolescentes estadounidenses habían perdido a sus padres y cuidadores a causa de la COVID. Además, la pandemia interrumpió las actividades sociales y físicas: muchos adolescentes experimentaron una interrupción sustancial de las rutinas diarias y académicas, enfrentaron incertidumbre y soledad, y aumentaron el uso de las redes sociales. Estos factores podrían haber creado o exacerbado el riesgo entre niños y adolescentes. La promoción de políticas para mejorar el acceso a los servicios de salud mental y las estrategias de prevención primaria basadas en la comunidad para reducir la exposición a experiencias infantiles adversas pueden ayudar a mitigar el riesgo.
Si bien no se cuenta con estadísticas precisas, la Sociedad Argentina de Pediatría, a través de los resultados obtenidos de distintas encuestas auto administradas en las escuelas, arrojaron que en casi 1 de cada 3 jóvenes existe preeminencia de alguna de las dos patologías como bulimia nerviosa y/o anorexia nerviosa.
La identificación temprana y las estrategias ampliadas de prevención e intervención basadas en la evidencia son fundamentales para mejorar la salud mental pediátrica, especialmente entre las adolescentes, que podrían tener una mayor necesidad.
Fuente: Infobae.
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