Closs: Turismo, el cruel segundo trimestre
Cuando en marzo de 2020 el mundo se paralizó por la pandemia, nadie dudó del impacto que habría en la economía, sin saber la magnitud ni la duración del problema, pero siempre se tuvo claro que el turismo sería de las últimas actividades en recuperarse.
Los primeros seis meses de la pandemia, por lo menos en Argentina, el turismo estuvo cerrado. En este escenario fue muy importante el apoyo del Estado, que, vía los ATP, permitió que los trabajadores tengan un ingreso y que los empresarios disminuyan sus quebrantos.
Cabe recordar que la pandemia arranca inmediatamente después del verano 2020 y el sector venía con algo de resto financiero. Llegando la temporada de verano 20/21, y por esos días con los casos en baja, muchos en el sector empezaron a abrir las puertas de sus hoteles, restaurantes, atracciones y demás emprendimientos, algunos tomaron créditos, todos tuvieron que reinventar su relación con los trabajadores, y mucho a pulmón, pusieron a girar la rueda.
Con matices según las zonas, quienes pudieron abrieron las puertas, podemos decir que tuvieron un verano, Semana Santa inclusive, con gusto a «empate». Está claro, empatar en el sector turístico por estos tiempos es todo un logro. ATP, Repro, FACT (Fondo de Auxilio y Capacitación Turística), Pre-Compra y tantas otras figuras de asistencia, hicieron que el punto de equilibrio en la operación esté en niveles de actividad más bajos que los habituales.
El verano pasó y llegamos al tan temido segundo trimestre. Cabe aclarar que los meses de abril, mayo y junio, en tiempos normales, aparecen como la temporada baja en todo el Globo, más aún en la Argentina. Es un tiempo donde no hay vacaciones, tampoco playa, menos nieve. En general cuesta pasar ese bache hasta llegar al receso de julio. ¡Pero esta vez el panorama luce peor que nunca, se presenta cruel!
Los empresarios están literalmente con la soga al cuello, no hay más resto para nada, empiezan a vencer cuotas de créditos tomados o vencimientos diferidos y dentro de todo este contexto la actividad se cae a niveles nunca vistos.
El año pasado los establecimientos estaban literalmente cerrados y la esperanza de la brevedad de la pandemia, sumado a un poco de resto, hicieron que el turismo se la banque. En todo caso el país entero estaba parado. Hoy quienes están operando atraviesan una situación extrema y llegar a julio va a ser una verdadera epopeya. Más aún sin saber que habrá después.
Desde el Senado promovimos y promovemos leyes que ayuden al sector. En 2020 promovimos la ley de sostenimiento y reactivación para ayudar al sector. Aun cuando el Gobierno nacional y los provinciales han destinado muchos recursos, la reactivación sigue condicionada por la pandemia, lo que hace necesario continuar con el sostenimiento.
Durante ese debate manifesté que «conceptualmente, para recuperar hay que sostener. Es imposible hablar de recuperar una actividad si no la sostenemos; si no conseguimos que esta actividad logre pasar este tiempo ya incalculable de parálisis total. Esa es la diferencia de esta actividad con respecto a otras: la parálisis es total».
Actualmente, también estamos debatiendo un proyecto que declare la emergencia turística, se establezca un consejo integrado por el sector público y privado, nacional y provincial, que defina un plan de reconstrucción de la actividad, a partir del estado de situación actual, y que realice un seguimiento de las medidas establecidas.
Simplemente quiero advertir que mientras otras actividades han recuperado la senda del crecimiento, en el sector del turismo, todos, emprendedores y trabajadores, necesitan hoy más que nunca una atención especial puesto que el siempre temido segundo trimestre esta vez se presenta con una crueldad que puede ser el golpe de gracia para los que todavía permanecen con las puertas abiertas.