“Nunca tuve miedo, me cuidé y confié en Dios”

Luis Norberto Gómez. Tiene 58 años, cinco hijos y es camionero desde hace más de tres décadas,

Todos los conocen por Lito en Garupá, aunque en su DNI figura Luis Norberto Gómez. Tiene 58 años, cinco hijos y es camionero desde hace más de tres décadas, en tanto los últimos 22 años estuvo dedicado exclusivamente al transporte internacional.

No dejó de viajar en contexto de pandemia, siendo su hoja de ruta Brasil y Chile. Fue vacunado contra el Sars-Cov-2 hace un par de semanas y sintió ese gesto como una recompensa a la experiencia vivida. Lito no se encuentra por el momento prestando servicio arriba del camión por una cuestión de salud, pero acumula un sinnúmero de capítulos en este contexto crítico que desencadenó el Covid-19

“Sin el transporte qué sería de la población en general. el transporte lleva mercadería, medicina, todos los insumos que pueda necesitar la humanidad circulan con el camión”, sostuvo en diálogo con El Territorio.

“Estamos trabajando y no paramos en ningún momento de la pandemia. Sobre todo viajando a Chile y Brasil. Yo me vacuné hace dos semanas, anteriormente estábamos a la buena de Dios. Yo, por ejemplo, no me contagié”.

“Contagios hubo desde el primer día, pero todo tiene que ver con la responsabilidad de cada uno. Hay que evitar al máximo la aglomeración de personas. Nosotros transitamos en las aduanas, en lugares donde hay muchísimos choferes. Siempre traté de estar en burbujas con compañeros de trabajo, en el viaje. Tratar de no mezclar los grupos”, contó.

“Desde el primer momento hubo ese temor de enfermarse, aunque yo nunca tuve miedo. Creo que la fe le ganó al miedo, soy cristiano evangélico y siempre me cuidé”, señaló.

“Traté de no bajar mucho del camión, salvo una situación de extrema necesidad. Vivi las dos realidades, en Brasil y en Argentina. Allá no se cerró ningún pueblo, siempre estuvo todo más liberado, ni control de policía o fuerzas de seguridad, siempre con los protocolos, barbijo, alcohol en gel, pero no nos prohibian la entrada. Muy diferentes es lo que viví en mi propio país. En un viaje a Chile, pasar por Salta o por Santiago del Estero era una odisea, una discriminación total. Yo no sé si los médicos o los periodistas, que también eran esenciales, fueron tan discriminados como los camioneros”, relató.

“Nos ponían una faja en la puerta del camión para pasar por esas provincias, para que no nos bajemos, no podíamos parar”, se lamentó.

 

Fuente: El Territorio

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