Clarín recomienda 6 paseos imperdibles en Iguazú, más allá de las Cataratas
Actividades de aventura, caminatas, ruinas jesuíticas y mucho más entre las opciones para las vacaciones de invierno en Misiones. A continuación, la nota completa del diario argentino.
La fuerza arrolladora de las aguas y el magnetismo de la selva misionera. Sin dudas, las Cataratas del Iguazú representan uno de los destinos turísticos indiscutidos de la Argentina y del mundo.
Declarado Patrimonio Natural de la Humanidad de la Unesco y distinguido como una de las 7 Maravillas Naturales del Mundo, el Parque Nacional Iguazú encierra un universo único en biodiversidad.
Con 275 saltos entre la vegetación exuberante se destaca la imponente Garganta del Diablo. Pero la visita al Parque también incluye los paseos Inferior y Superior, los senderos Verde y Macuco, el Tren Ecológico y el Centro de Visitantes, entre las variadas travesías y excursiones.
Más allá de las Cataratas, en Puerto Iguazú y sus alrededores hay muchos paseos imperdibles. A continuación, cinco propuestas para tener en cuenta durante un viaje a la selva.
1) La Aripuca
Se define como “un emprendimiento agroeco-turístico familiar”. Construida a base de árboles rescatados y con un diseño inspirado en una típica trampa de los pueblos guaraníes, la estructura tiene 17 metros de alto tiene un diseño inspirado en una trampa usada por los guaraníes.
Originalmente, se armaba con pequeñas ramitas unidas en forma de pirámide y activaban un mecanismo sencillo pero efectivo: la presa ingresaba, pisaba una de las ramas y quedaba atrapada sin sufrir daños. De esa forma, se podía liberar al animal en caso de ser pequeño, está preñado o no apto para el consumo.
Si bien los troncos utilizados corresponden a especies protegidas de la región -y en algunos casos, en peligro de extinción a causa del desmonte y la tala, “ninguno de estos árboles fue cortado para este fin”, afirman en el lugar.
En La Aripuca se puede aprender sobre los guaraníes, comprar productos locales en una réplica de vivienda rural y hasta degustar helados de yerba mate y pétalos de flor de Rosella.
Abre todos los días de 9 a 18 y la entrada cuesta $ 1.200.
2) Refugio de animales Güirá Oga
Los guías del refugio explican a los visitantes la historia de cada animal, mientras recorren los senderos selváticos.
Según explican, el objetivo es “liberar a los animales que tengan posibilidades de sobrevivir en la naturaleza y recuperar a los que no cuentan con esa posibilidad para la reintroducción de sus crías”.
Los ejemplares que son rescatados en la selva “provienen del tráfico de fauna, o son atropellados en las rutas, heridos por cazadores furtivos o entregados voluntariamente por la población”, agregan.
En Güirá Oga hacen hincapié en que “un refugio no es un zoológico. Lo definen como un centro donde se pueden conocer animales con lesiones que no les permiten sobrevivir en la naturaleza, y otros que se están recuperando y pronto volverán a su hogar: la selva misionera”.
Abre todos los días y la entrada cuesta $ 2.500; jubilados y menores pagan $ 1.900.
3) El Jardín de los Picaflores
Se dedica a alimentar a estas pequeñas aves desde hace más de 25 años e invita a disfrutar a través de la observación.
Cuenta con un espacio de relajación y contemplación de estas maravillosas aves endémicas del continente americano. Sus bancos están orientados estratégicamente para poder tener una visión general del jardín con observaciones directas de las aves a menos de un metro.
Es posible ver alrededor de ocho especies diferentes y más de 150 ejemplares de picaflores, entre otras aves que se alimentan de semillas y frutos, y lo más importante: todas las aves se encuentra en total libertad.
Lunes a sábados de 10 a 18 con reserva previa. Cuesta $ 2.000; jubilados y menores de 8 a 12 años, $ 1.500.
4) Jungle Fly Iguazú
Canopy, caminata, pasarelas colgantes y rappel en la selva paranaense de Iguazú. Con guías bilingües y traslados de ida y vuelta a los hoteles, Jungle Fly Iguazú promete una jornada totalmente distinta, a pura adrenalina y aventura.
Se llega al predio de Jungle Fly en camiones o 4×4 y se realiza un trekking interpretativo de la flora autóctona: se caminan unos 900 metros. Entonces se llega a la primera plataforma para el equipamiento de las actividades.
Allí se realiza la primera tirolesa, de 300 metros de largo por 70 de alto sobre las copas de los árboles.
El grupo se reúne en la segunda plataforma, para seguir luego por un camino que desciende hacia el barranco del Paraná. Y al llegar a la tercera plataforma, comienza la actividad de arborismo y tirolesa: hay dos puentes colgantes de 100 metros de largo cada uno.
Una vez finalizada la última actividad, los visitantes suben una escalera para poder realizar rappel irregular, en un descenso de cascadas de 12 metros. Finalmente, hacen un trekking de 1500 metros.
Las actividades pueden disfrutarse en diferentes turnos. En vacaciones, cuesta $ 12.000 por persona (menores de 7 a 12 años, $ 8.500).
5) Minas de Wanda
Ya desde la entrada, se pueden ver amatistas incrustadas en las paredes en Colonia Wanda, que fue fundada en 1936 por un grupo de pioneros, en su mayoría polacos.
A unos 40 km de Puerto Iguazú, hacia el sur por la ruta 12, las Minas de Wanda ofrecen una visita guiada que dura alrededor de 45 minutos, y en la que se explica cómo se realiza la explotación a cielo abierto.
Según cuentan en el lugar, “hay radares que detectan los minerales y se va rompiendo con la explotación. Al ir abriendo con el martillo hidráulico, un minero puede saber si cerca hay una geoda porque el sonido es distinto”.
Después de recorrer los túneles y cuevas, se explica el funcionamiento del taller de corte, pulido y tallado de las piedras.
Para distinguir una piedra preciosa de una semipreciosa hay que tener en cuenta la dureza del mineral y la transparencia. Sin embargo, la amatista es un caso especial porque cuanto más violeta oscura es, mayor calidad tiene la piedra.
6) Ruinas de San Ignacio
Siguiendo hacia el sur por la ruta 12, a 240 km de Puerto Iguazú, se puede conocer San Ignacio Miní, la misión jesuítica que está mejor conservada de las que se fundaron en los siglos XVI y XVII.
Alrededor de una plaza central se distribuyen la iglesia, la Casa de los Padres, el cementerio, las viviendas y el Cabildo. En la construcción de San Ignacio se empleó la piedra local, el asperón rojo, en grandes piezas.
La entrada para residentes argentinos cuesta $ 750.
Junto con San Ignacio Miní, las reducciones argentinas de Nuestra Señora de Loreto, Santa Ana y Santa María la Mayor fueron declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1984.
En la localidad de San Ignacio, la Casa Museo Horacio Quiroga, con muchos objetos personales del escritor y una gran vista al Paraná, merece una parada.
Fuentes: Canal12Misiones.