El «cerrito» en San Javier fue testigo de la conmemoración del 383º aniversario de la Batalla de Mbororé
Este 11 de marzo en un emotivo acto que contó con la participación de diversas instituciones educativas, la Prefectura Naval Argentina, el Regimiento de Infantería, la Policía de San Javier y autoridades municipales locales. El popular «cerrito» fue testigo de la conmemoración del 383º aniversario de la Batalla de Mbororé
La historia que se rememora se sitúa en el siglo XVII, durante la época de las Misiones Jesuíticas y Bandeiras. En aquel tiempo, Brasil organizaba grupos de ataque compuestos por jefes (bandeiras) y soldados (mamelucos) cuya misión era capturar a los pueblos originarios para esclavizarlos y destinarlos al trabajo en plantaciones de café, algodón y caña de azúcar, o bien venderlos. Estos ataques, sorpresivos y veloces, resultaron en la captura de un gran número de esclavos, lo que motivó a los pueblos de Santo Tomé y San Carlos, ubicados en territorio brasileño, a emigrar hacia la actual provincia de Corrientes. Otros pueblos, como Santo Ángelo, San Luis y San Miguel, lograron repeler los ataques y mantuvieron su asentamiento original en Brasil.
Debido a los constantes ataques de las bandeiras, los guaraníes de la zona de Mbororé, en la margen del Río Uruguay, estaban en constante alerta y construyeron atalayas en la cima del cerro, donde mantenían un vigía para controlar la posición de los invasores. Fue así como el 11 de marzo de 1641 se libró una heroica batalla cuando las bandeiras fueron avistadas dispuestas a salir hacia San Javier. Las tropas aborígenes presentaron batalla sobre el río, aproximadamente 20 km aguas abajo del arroyo Acaraguá, en la actual ubicación del poblado de Barra Bonita. A pesar de la desigualdad de medios, tras 7 días de combate, el 18 de marzo, los guaraníes lograron derrotar a las tropas brasileñas.
Entre los aborígenes que se destacaron en la lucha se encuentran los caciques Abiarú y Ñenguirú, y entre los sacerdotes, el jesuita Cristóbal Altamirano. La organización y el apoyo por parte de los sacerdotes jesuitas hacia los guaraníes fueron de suma importancia para la victoria en esta batalla. Una vez concluida la contienda, los misioneros celebraron una misa. La Batalla de Mbororé marcó el cierre de un ciclo en la historia misionera y el comienzo de otro: el de la consolidación territorial de las Misiones Jesuíticas.