Un atractivo turístico que se proyecta como refugio para la vida silvestre en Andresito
Canela es un emprendimiento familiar. Rodeado de parques ofrece una experiencia de contacto directo con la naturaleza. Es el sitio ideal para encontrarse con uno mismo.
Canela es un emprendimiento familiar de Celilia “Ceci” Belloni. Está ubicado en Cabure-í, a 17 kilómetros del pueblo de Andresito. La propiedad, de unas 40 hectáreas, limita con el Parque Provincial Urugua-í y tan solo 600 metros la separan del parque nacional Iguazú.
El nombre Canela responde a la cantidad de árboles de esa especie que pueblan la parcela. El lugar es un atractivo turístico que se proyecta como refugio para la vida silvestre y también humana. Cabañas, camping, naturaleza plena, arroyos y hasta huerta agroecológica son parte de las propuestas del lugar.
Los senderos que se bifurcan
Como proyecto que ofrece exclusividad y silencio, el acceso no está señalado. Para llegar, la indicación de Ceci es simple: “sobre la ruta nacional 101 de asfalto, a un kilómetro de donde termina el parque Iguazú, se entra por un camino de tierra. A solo 800 metros se topa con un sendero que se bifurca, una T. Ahí tenés que hacer a la derecha un tramito para hallar el portón de ingreso”.
Dentro de la propiedad hay otros senderos, muchos otros. Solo que para ellos Ceci no dirá si tomar los de la derecha o la izquierda y será el visitante el que elija hacia dónde se quiera dirigir, como ocurre en la vida.
Algunos llevarán a las aguas naturales de los tres arroyos que cruzan la chacra, sean calmadas y profundas –como los estanques- o más superficiales y rápidas. Otros, concluirán en la majestuosa pileta, bañada de selva, suelo y cielo.
Las cabañas, el imponente quincho o ensuciarse las manos en la huerta agroecológica, son otros de los destinos.
Un recorrido más extenso, para alcanzar un claro entre los árboles, cuyos límites besan al parque, resulta una invitación irresistible para cualquier hora del día. No habrá que extrañarse si se topa a uno de los tantos seres “que buscan en el monte amparo”, registrados habitualmente por las cámaras trampa.
De la ciudad al monte
Nacida en Buenos Aires Ceci siempre quiso ser guardaparques. Sueño que se cumplió en 2001 cuando ingresó a la fuerza nacional. Y cual si la selva misma la estuviera buscando, después de muchos recorridos vino a parar a Misiones, donde sigue trabajando. Explicó que su trabajo le permitía seguir trasladándose pero, como si un hilo invisible la atara a este suelo, decidió quedarse “para siempre”.
En 2008 compró la propiedad, respondiendo al llamado del monte. Empezó por construir su casa, después, “como empezaron a aparecer los turistas, una cabaña, un área de acampe, el quincho, muy lentamente. Se fue dando solo”, contó la emprendedora.
Actualmente planifica pedir su retiro como guardaparque, no porque quiera alejarse de la selva, sino todo lo contrario, para entregarse por completo a ella. Verla caminar por los senderos y hablar de lo suyo alcanza para contemplar que su alma y ese lugar, en esencia, son lo mismo.
Compartir con otros que busquen lo mismo
Se puede ir a pasar el día o a quedarse por más tiempo. A los amantes de las carpas el lugar se presta para eso. Además, cuenta con dos cabañas funcionales y una tercera está en reparación, algo que se concretará pronto.
Cecilia explicó que “este lugar es para nosotros un refugio, un santuario de vida silvestre y de vida humana. Nuestro objetivo principal es la conservación de los recursos naturales. Pero también queremos brindar a los visitantes un espacio donde puedan llenar su espíritu de paz y sanar las heridas del alma. Es un sitio ideal para conectarse con uno mismo, con Dios y con la naturaleza”.
Fuentes: Canal12Misiones.