Sabiduría mbya en formato de arte cotidiano

Nuevo espacio en Posadas

En la semana de los pueblos originarios, los locales dan muestra de su herencia ancestral con talleres de cestería, venta de artesanías y más interacción comunitaria.

La cosmovisión mbya guaraní observa el mundo como un todo, naturaleza y humanidad más que hermanadas. De esta manera, quienes mantienen vivos los rituales, también enfocan la sabiduría heredada de los abuelos, en seguir creando arte.

Por ese motivo, ayer, en el marco de la Semana de los Pueblos Originarios, con el fin de visibilizar el trabajo de los artesanos y dar cuenta del valor que tiene para la cultura este pedacito de prehistoria, se desplegó un encuentro y feria de artesanías mbya guaraní en la Fundación Marangatu.

Semillas originarias, talleres de talla y cestería fueron algunos de los atractivos que se vieron en la fundación que busca abrirse camino desde el centro posadeño hasta las más recónditas aldeas de la provincia.

Yaguaretés, yararás, monos, yacarés, pescadores y cazadores, fueron algunas de las figuras que cobraron vida en diferentes colores y formas. Creaciones únicas que se generan desde el amor por el conocimiento familiar y que se convierten en fuente de sustento para muchas familias locales.

«Lo más importante en esta semana es valorar lo que es el arte, el conocimiento cultural, ancestral que se transmite de generación en generación y sobre todo en un contexto que es muy cambiante», consideró Osvaldo Morínigo, uno de los impulsores de este espacio conformado en un 80 % por guaraníes.

«La idea siempre fue rescatar el trabajo de artesanías que se fue perdiendo primero por la crisis económica del país y después porque con la pandemia el turismo bajó. Queremos rescatar este trabajo para que también las familias encuentran su subsistencia en la venta y tengan un apoyo más. Hay muy buenos artesanos pero hay sufrimiento en las familias y es importante el trabajo de rescate», ponderó Osvaldo y recordó la necesidad de reconocer este arte como genuino y único. Cada pieza tiene un patrón particular, una historia detrás que también le da un valor agregado distintivo.

La fundación Marangatu comenzó como un proyecto de espacio para los guaraníes que llegan a la capital provincial, como para dar asilo a aquellos que vienen a hacer sus ventas o trámites. Es una organización plenamente autogestiva, que está creando conexiones y buscando maneras de fortalecer el desarrollo sociocomunitario en las comunidades.

En esa línea, con la base de la producción con semilla originaria y el trabajo de artesanía inspirado en la naturaleza, la feria de ayer también demostró la variedad de maíces y porotos originarios con los que cuentan las aldeas locales. Y tal como señalaron desde Marangatu, se busca preservar al máximo estos valores, en especial después de muchas pérdidas sufridas a raíz de los incendios recientes.

La idea de la fundación es poder abrirse más a la comunidad y con ese espíritu se dio la feria de ayer cual kermesse donde se podía apreciar piezas de arte inigualables, solamente expuestas para ser admiradas, comprar algunas artesanías, dialogar, tomar mate, comer algo y entablar nuevas redes para acercarse más a la cosmovisión que nos antecede en estas tierras.

«Estamos trabajando creando mesas de diálogo, por ejemplo, para recuperar terrenos en Montecarlo. También con el tema productivo de la semilla y con talleres sociocomunitarios», explicó Osmar Gonzalez, como uno de los directores del proyecto.

A su vez, contó que muchos de los colaboradores son estudiantes de la universidad pública que buscan hacer su retribución a la sociedad. «Nuestro objetivo es que sea algo comunitario, que pueda venir quien quiera, conocer, colaborar integrar la fundación, sumarse o incluso apadrinar alguna aldea, todo con trazabilidad», marcó.

Entre otras líneas de trabajo, el eje en las artesanías se da para poder mantener vigente una labor cultural de siglos. «Queremos que se retomen esos trabajos, que no se pierda», indicó Francisca Ramos dando detalles de la confección de cestos que adquirió como herencia familiar.

Todo es parte de la naturaleza, así como las hojas dan color a las líneas imaginadas y el tacuarembó mantiene su forma con los años, el arte mbya no sólo se mantiene vigente como una práctica cultural, sino que se erige como tesoro singular de un acervo que sigue desenvolviendo historia.

 

Fuentes: ElTerritorio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *