Golpeados por la pandemia, mbyas volvieron a Posadas a vender sus productos
Al no poder comercializar sus artesanías en los lugares turísticos ni en ferias, algunos habitantes de las comunidades regresaron a la ciudad para hacerse de unos pesos y subsistir
Cuando la llegada del coronavirus obligó a todo el país -y al mundo-, a recluirse en sus casas para evitar contagios masivos, los habitantes de las comunidades mbya de la provincia de Misiones resolvieron también tomar la decisión de cerrarse en sus aldeas impidiendo el ingreso de personas extrañas a ellos y a salir solamente por cuestiones de necesidad puntuales y urgentes, aunque después eso se flexibilizando. En ese contexto, su presencia habitual en las grandes ciudades se vio prácticamente nula.
Durante las últimas semanas Posadas volvió a tener familias mbya enteras asentadas en los semáforos y los bulevares de sus avenidas vendiendo sus artesanías y bolsas de limones. Ya golpeada por la marginalidad, la realidad que trajo el Covid-19 para la nación guaraní fue bastante mezquina y la necesidad obligó a sus habitantes a regresar a las ciudades para vender sus mercaderías para hacerse de algunos pesos.
Cabe destacar que en Misiones hay 124 núcleos poblacionales indígenas con un total de 10.218 personas, según un informe estadístico publicado por el Ministerio de Salud Pública de la provincia en 2019.
La merma del turismo y la imposibilidad de viajar tuvieron un impacto muy grande en las comunidades ya que eran ocasiones en las que ofrecían sus producciones en las ferias.
Es la realidad de Carlitos Benítez, un integrante de la comunidad Guapoy Poty de Puerto Leoni que llegó a Posadas hace tres días junto a algunos miembros de su familia y vecinos de la aldea. Confió a El Territorio que la pandemia no les está tratando muy bien, no tienen temor a contagiarse ya que por el momento no hay positivos en Guapoy Poty, sino porque hacerle frente al día a día se volvió duro al no poder vender sus trabajos.
Así como él y su familia, hay otros integrantes de las comunidades Kokuere-í de San Ignacio y otra de Bonpland, que se encuentran dispersados por distintos sectores de la ciudad capital.
El Territorio intentó comunicarse con autoridades de la Dirección Provincial de Asuntos Guaraníes para saber qué tipo de asistencia o ayuda están brindando al pueblo originario en este contexto de pandemia y para ahondar más en su situación pero no obtuvo respuestas a los requerimientos, como así tampoco por parte del Ministerio de Derechos Humanos, de quien depende esta área específica. Consultando a fuentes del programa de Salud Indígena del Ministerio de Salud, indicaron que su sector no se ocupa de esas cuestiones.
“Me preocupa la posición que podamos tener en los pueblos sobre los mbya. Hubo una época en la que la Dirección de Asuntos Guaraníes los cargaba obligados en camionetas y los sacaba de la ciudad, como queriendo ocultarlos. Cualquier persona, cualquier familia va a buscar la oportunidad de vender su mercadería, ellos resaltan pero porque son mbya guaraní”, reflexionó Vasco Baigorri, miembro del Equipo Misiones de Pastoral Aborigen (Emipa), en diálogo con el programa Acá te lo contamos por Radioactiva 100.7.
Sobre la realidad económica del pueblo mbya señaló que cada comunidad tiene una situación distinta. “En muchos casos aumentaron sus espacios de siembra, de sus chacras para asegurarse la comida, pero también redujeron sus salidas porque el turismo mermó y la venta de artesanías también disminuyó”, aseguró.
“Tenemos también personas que no son mbya guaraní haciendo las mismas cosas pero nos resaltan sobre ellos. Hay algunos que se acercan a las grandes ciudades para hacer trámites y aprovechan para vender sus artesanías y las mercaderías que tienen para aprovechar el viaje y no es nada extraño que se haga así”, acotó.
El cuidado entre la comunidad
Germán Acosta es cacique de la aldea Tavá Mirí de San Ignacio pero además es artesano, tarea que le generaba unos ingresos extra para su familia antes de la pandemia.
En diálogo con El Territorio, comentó que la situación de la comunidad es difícil y “en general nos arreglamos como podemos”. Sostuvo que quienes viven en esa aldea no se trasladan a Posadas a pesar de la necesidad que puedan tener porque el cuidado entre ellos es fundamental para evitar que les lleguen los contagios de Covid-19.
“Nos quedamos en casa y salimos solamente cuando hay necesidad, para la compra de mercadería y siempre utilizando nuestras medicinas”. Según la receta de los opyguá (líderes espirituales del pueblo guaraní) un preparado a base de manzanilla, cangoroza y carqueja levanta las defensas, también recomiendan a las familias mbya consumir por las mañanas el jugo del pindó.
Acosta relató además que la mayoría de las familias se mantiene con la Asignación Universal por Hijo (AUH) y con lo que producen en sus plantaciones.
Por su parte, son unas 80 las personas, distribuidas en catorce familias, las que habitan la aldea Yacutinga, que se encuentra ubicada sobre la ruta 6, a unos 20 kilómetros del casco urbano de la localidad de Gobernador Roca. “Nosotros estamos pasando dentro de todo bien, nos aislamos, nos cuidamos y por suerte no tenemos ningún caso”, aseguró Ruperta Morínigo, cacica de la aldea y además agente salud, en diálogo con este medio.
Sobre sus medios de subsistencia comentó que tienen huertas y cuando hay necesidades más grandes es ella la que viaja a Posadas a vender las artesanías para que los habitantes de Yacutinga no se expongan al salir.
En un principio, contó Ruperta, la aldea se había cerrado totalmente y nadie que no fuera de allí podía ingresar, sólo los agentes sanitarios. Con el tiempo eso se flexibilizó pero siguen manteniendo los cuidados que se requieren en una pandemia.
“Nosotros no le tenemos miedo a la enfermedad, pero hay que cuidarse de todas maneras para prevenirla”, sostuvo y agregó que en su comunidad sólo hay una persona que tiene más de 60 años, su madre de 78.
Mientras que Francisco Medina, cacique de Ita Poty, que se encuentra a unos 7 kilómetros de la localidad Ruiz de Montoya contó a este medio que luego de la charla entre las doce familias que componen la comunidad, optaron por no salir de su aldea.
“Estamos todos tranquilos, estamos bien. Por suerte decidimos no salir a ningún lado si no es necesario, eso es importante entender. Si nos cuidamos entre todos podemos ganar esta batalla tan fea de hoy en día”, destacó.